Nunca había escuchado historias sobre esta isla antes. Y eso es algo muy bueno: las aventuras se encuentran al llegar. No quieres que alguien te diga cómo se desarrollará un recuerdo, uno que llevarás contigo para siempre. Por eso nadie me dijo que esta isla es un paraíso para monos como nosotros, que buscamos cualquier forma de arte en la naturaleza y nos paramos a escalar, surfear o simplemente observarla.
Aquí, encontré mi primer volcán, el Etna. Nunca había visto uno antes, y mucho menos uno en erupción. Qué despliegue de poder. La energía interna de la Tierra estalla para que la presenciemos, recordándonos lo insignificante que es nuestra presencia y nuestras millones de partículas. Nuestro único verdadero poder como humanos reside en nuestra mente, que nos da la virtud de la apreciación.
Como si eso no fuera suficiente, a pesar de estar en el mar Mediterráneo, algunas olas llegan a la isla, permitiéndote surfear con un toque único: surfear con la historia ante ti. Playas como Cefalú no solo están rodeadas de montañas y campo, sino también por un pueblo acogedor y mágico que te hace sentir como si entraras en otra era cuando te metes al agua. Nunca olvidaré vistas tan especiales.
En cuanto a escalar en ese pueblo... Caltavuturo... Hermoso, te lo aseguro, pero no lo recordaré para siempre por eso. En cambio, recordaré el pequeño bar donde tomamos un merecido café después de escalar y compartimos una breve conversación chapurreando en italiano con un hombre cuyo nombre no recordaré pero cuyo consejo de despedida sí: "Bona vita." Nunca volveré a saber de él. Es muy complicado que nuestros caminos vuelvan a cruzarse. Sin embargo, en ese camino paralelo, ahora tan distante del mío, también le deseé una buena vida.